Esta noche he tenido un sueño muy hermoso.
Soy una soñadora empedernida, tanto da que esté dormida como despierta, siempre estoy soñando. Siempre he sido así y creo que me moriré de la misma manera. Es mi modus vivendi.
Algunas veces he podido hacer parte de mis sueños realidad, lo cual me ha hecho inmensamente feliz. Otras veces han sido las pesadillas que me atormentaban las que han invadido mi vida, pero de esas he intentado despertar cuanto antes, despertar y olvidar.
Pero esta noche ha sido hermoso...muy hermoso.
Estaba en una casa que no conocía, pero que debía ser mi casa. Estaba con parte de mi familia...escuchaba sus voces y notaba las presencias con una realidad asombrosa. En la cocina de esa, que era mi casa, se escuchaban sonidos de pájaros. Los sonidos se repetían constantemente y cada vez con más intensidad. Yo conversaba con las personas que aparecían en mi sueño pero mi atención se centraba en los pájaros que escuchaba en la otra estancia. Me ví levantarme del lugar en el que estaba sentada, caminar hacia la cocina, de donde provenian los sonidos y darme de bruces con una jaula de gran tamaño, donde angustiados, piaban cinco gorriones.
No lo pensé dos veces. Agarré la jaula y la llevé hasta la otra estancia mayor donde había estado conversando antes, en la cual había un ventanal grande. Abrí el ventanal y pude sentir como el aire invadía la habitación, como rozaba mi rostro...pude sentir olores mezclados...en mi sueño cerré los ojos por un momento para hacer más intensa esa sensación. Levanté la jaula a la altura del ventanal abierto y miré a aquellos pequeños seres que agitaban sus alas desesperadamente. Empujé la puertecilla de aquella cárcel y uno por uno fueron saliendo por el ventanal. Uno a uno fueron siendo libres. Uno a uno.
Les ví volar. Casi les vi sonreir. Los sonidos angustiosos que me reclamaron se habían convertido en preciosos trinos, en canciones hermosas, en gritos de libertad.
Y lo sentí. En mi sueño lo pude sentir. Sentí como la libertad corría tambien por mis venas. Me sentí volar. Me sentí feliz. Mi garganta tambien quería gritar que ya era libre, y que aunque el viento me forzase a ir en direcciones distintas...daba igual...porque era libre. Y en mi sueño volé. Volé como aquellos pequeños gorriones. Desplegué mis brazos como ellos desplegaban sus alas. Y sentí como el viento acariciaba todos y cada uno de los poros de mi piel...mientras volaba...
Uno de los pequeños gorriones de mi sueño volvió a posarse en la ventana, y con sus más pequeños ojos...me miró. Y supe entender lo que decía. Porque no hay idioma más universal que el idioma de una mirada. Entendí lo que decía.
Luego desperté.
Pero aún ahora, tengo esa sensación. Y no quiero que se vaya.
Quiero sentirla siempre. Quiero ser así siempre. Quiero volar siempre.
Y quisiera no ver jamás jaulas, ni en sueños ni en realidades. Y que todas queden vacías, y que dentro de ellas jamás haya un inocente...y que ojalá mis manos pudieran abrir, como en mi sueño, las puertas de todas aquellas en las que las vidas se apagan por el egoísmo de algunos.
Son sueños...tal vez sólo sueños, pero voy a seguir soñando. Tal vez, algún día, se conviertan en realidad...Es mi esperanza. Es mi camino.
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