Son piedras en tu camino. Piedras que no deben hacer que te desvíes, solamente que pares. Que mires las heridas que te han ocasionado, pero que las mires, solo para saber donde debes lamerte para seguir adelante.
Y como los lobos cuando enferman, se retiran de la manada, a sabiendas que solo serán un estorbo para los suyos.
Asomo la cabeza y abro bien los ojos, aunque este viento molesto me los llene de arena y me los nuble.
Y el lobo aunque enfermó no murió. Buscó su manada y volvió a unirse a ella. Más viejo. Más herido. Más cansado. Pero vivo.
Enseñando sus dientes como de costumbre. Mostrando sus garras. Erizando su pelo.
Lamiendo heridas propias y extrañas, pero volvió a su manada.
Y ahora camina lento porque tiene las patas cansadas, pero pronto volverá a correr entre árboles y rios.
Y ahora no consigue buen alimento porque sus reflejos están aún dormidos, pero pronto será el cazador temido que fué.
Y ahora no corteja porque la naturaleza le dice que necesita sus energías para otros menesteres, pero pronto será el semental que vuelva a sembrar sus fuertes semillas.
Pronto, pronto...todo esto ocurrirá pronto...y si no...ya me encargaré yo que ocurra.
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